Fuente: Economista, Opinión, Maribel Ramírez Coronel
Desde que desapareció de un día para otro el Seguro Popular y se constituyó el después demeritado Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), se fueron quedando en el aire muchos aspectos sobre la operación del sistema de salud y en particular cobertura del tercer nivel, la de alta especialidad. Ese decir, los más afectados de los ires y venires del sistema han sido los pacientes con enfermedades complejas de alto costo que son las que se cubrían con el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos (FPGC) mismo que regía con el Seguro Popular, y que ahora le debería corresponder al Fondo de Salud para el Bienestar (Fonsabi). El Insabi no funcionó; lo reconoció el mismo gobierno que lo creó en 2019 y en abril de este 2023 decretó su eliminación. Tuvo una vida efímera de casi 3 años. En su lugar se elevó de rango al programa IMSS Bienestar que ahora es Organismo Público Descentralizado (OPD), mismo que a partir de ayer ya tiene flamante nuevo director en la persona de Alejandro Calderón Alipi, uno de los funcionarios que justamente era de los principales decisores en el Insabi, justamente el organismo que desapareció porque no funcionó.