Fuente: Economista, Artes e Ideas, Nelly Toche
El doctor Pope Moseley y su colega Marisa Domino colaboran con científicos del clima para estudiar la incidencia de las enfermedades a lo largo del año y crear modelos de condiciones climáticas asociadas a las enfermedades. Alguien con una serie de enfermedades crónicas sabe que, cuando llega una temperatura determinada, es más susceptible. Ahí es donde tenemos que ir con esta investigación”. Las ondas de calor que se viven cada año en diversas partes del mundo han aumentado, sobre todo en el verano. Este año en algunas ciudades se han roto récords de temperatura; de hecho, en el área del Golfo de México y en el llamado Valle de la Muerte, en California, el 18 julio el termómetro alcanzó los 55° centígrados, una cifra cercana a romper el récord de calor jamás registrado en la Tierra, el 10 de julio de 1913, que marcó el hito de los 56°C. Este no es un hito que se deba celebrar, pues representó para muchas personas una sentencia de muerte, igual que para los ecosistemas, y más allá, desafortunadamente este es sólo un adelanto de las elevadas temperaturas que se avecinan y el presagio de que el termómetro seguirá subiendo. Por ello, para los científicos investigar los efectos del calor se ha vuelto de suma trascendencia, tal es el caso del doctor Pope Moseley, profesor del College of Health Solutions (CHS) de la Arizona State University, quien junto con su equipo ha analizado múltiples afectaciones a la salud en épocas de mayores temperaturas.