Excelsior, Opinión, Ruth Rodríguez
Hay un tema que poco se ha tocado, pero que es de gran trascendencia: la gratuidad en los servicios de salud y en las medicinas. Quizá el segundo tema opacó al primero debido al desabasto de fármacos. Desde el 2021, a los pacientes que acuden a los servicios médicos de los 23 Institutos Nacionales de Salud y hospitales de alta especialización ya no se les cobra, de acuerdo a sus ingresos, por su atención médica ni tampoco por sus estudios de laboratorio ni por las medicinas, obviamente, cuando las hay. Este cambio de viraje no tuvo que esperar mucho tiempo, como ha sucedido con el OPD IMSS-Bienestar, que va, poco a poco, adhiriendo los servicios de salud de los estados a dicha estrategia. La gratuidad se dio en diciembre del 2020 a través de un decreto presidencial y comenzó a aplicarse en 2021. Los primeros que dieron el grito por esta nueva medida fueron los mismos directores generales de los institutos y hospitales, pues argumentaron que lo que recaudaban (alrededor de cuatro mil 490 millones de pesos) por el cobro de cuotas de recuperación a los pacientes lo utilizaban para el fortalecimiento de los mismos servicios.