Determinar el origen de la pandemia es difícil. Prevenirla no debería serlo
Fuente: NY Times, Noticias
En 1999, el Departamento de Salud del Estado de Nueva York me pidió que analizara muestras del cerebro de residentes de Queens que padecían encefalitis, o inflamación cerebral. Para mi sorpresa, descubrimos que estaban infectados del virus del Nilo Occidental, un virus transmitido por mosquitos del que nunca se había tenido noticia en Norteamérica. ¿Cómo llegó a Queens un virus endémico de África y el Medio Oriente? En aquel momento, los científicos plantearon la hipótesis de que los mosquitos se habían colado en un vuelo procedente de Tel Aviv. Parecía factible que estos polizones se alimentaran de gansos infectados en Israel antes de infectar a las aves de Nueva York. Los mosquitos locales que se alimentaron de las aves de Nueva York luego se alimentaron de las personas, y así fue como surgió el brote. Al igual que sucede hoy con los orígenes de la COVID-19, hubo otras teorías, por lo general polarizantes. En 1999, se afirmaba que el virus había sido un biodiseño ordenado por Sadam Husein.