Fuente: Heraldo de México, Opinión, Carlos Mota
Gracias a la generosidad de un alto ejecutivo del sector asegurador comprendí el profundo problema que subsiste en esa industria, y la disfunción del modelo mexicano, que genera primas de seguros de gastos médicos individuales carísimas y no pocas quejas de los usuarios, quienes en ocasiones experimentan dolorosos episodios financieros cuando enfrentan un siniestro. El problema de fondo está en la enferma relación de las aseguradoras con los hospitales, y en la carencia sistemática de un tarifario nacional que clasifique los padecimientos. Es tal la disfunción relacional entre aseguradoras y hospitales, que incluso el seguro de gastos médicos individual podría morir como producto disponible; y solo subsistir las pólizas colectivas (las que contratan las empresas para sus empleados). El problema no tiene solución sencilla, a menos que emerja un gran acuerdo desde la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, y las Secretarías de Hacienda y de Salud. ¿Qué ocurre? Los hospitales hacen lo que quieren. Esto significa que establecen las tarifas a su gusto; orillan la realización de análisis a veces innecesarios; y venden servicios de hotelería que se alejan del padecimiento médico. De tal suerte, sin un tarifario establecido, y sin supervisión regulatoria a los hospitales, las aseguradoras miran con recelo cada renglón cobrado, rechazando lo que a su juicio sobra.