Crónica, Mundo, Fran Ruiz Perea
La primera gran crisis sanitaria del sexenio de Claudia Sheinbaum le estalló a la presidenta el 22 de noviembre, cuando fue alertada de un brote causado por la bacteria Klebsiella oxytoca entre una veintena de bebés prematuros en varios hospitales del Estado de México. Para el 10 de diciembre, 16 de los neonatos habían fallecido, así como un niño de 14 años. El grueso de los decesos ocurrió en cuatro hospitales del Edomex, otros tres en un hospital de Michoacán y uno más en Guanajuato. Además, otros decena de bebés siguen luchando por sus vidas, por lo que la cifra de fallecimientos podría aumentar en los próximos días. La emergencia sanitaria agarró desprevenido al gobierno federal y a las autoridades sanitarias mexicanas, que tratan de controlarla mediante la suspensión de las soluciones intravenosas de nutrición parenteral (NPT), preparadas por el laboratorio Productos Hospitalarios de Toluca, posible origen del brote mortal que se sigue investigando. Sin embargo, las alarmas sobre la creciente peligrosidad de las bacterias Klebsiella oxytoca y su “hermana” Klebsiella pneumoniae llevan tiempo sonando. A principios de agosto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una alerta internacional sobre las bacterias “oportunistas”, llamadas así porque acechan a en los hospitales para atacar a las víctimas más vulnerables, principalmente neonatos y a los enfermos inmunodeprimidos.