Fuente: Heraldo de México, Opinión, Dulce Galindo Villa
El cáncer, lamentablemente, se ha convertido en una enfermedad común. Es la principal causa de muerte en el mundo y la tercera en nuestro país. Seguramente tú conoces a alguien que en este momento lo padece o quizá una historia de una persona que haya fallecido como consecuencia de este padecimiento. La mortalidad por cáncer en México ha crecido de manera acelerada en los últimos 20 años. Entre 1990 y 2019, el número de muertes se duplicó: de 41 a 89 mil (Inegi, 2020). Una medida para combatir este problema han sido las campañas. Basta con revisar el calendario y darnos cuenta que cada mes hay un día conmemorativo alusivo al cáncer, por ejemplo, el 9 de agosto es el Día Nacional Contra el Cáncer Cervicouterino, el tercero con mayor incidencia y el segundo más mortal. Este es uno de los tipos de cáncer que más se pueden prevenir y curar si son detectados a tiempo. Según la OMS, en la actualidad contamos con el conocimiento para evitar cerca de 40 por ciento de todas las muertes provocadas por cáncer en el mundo. ¿Qué es lo que está pasando?, ¿por qué cada vez hay más cáncer y se prevé que el número de casos se duplique o incluso se triplique en los países en desarrollo como el nuestro? La respuesta es: desigualdades sociales. En el caso específico del cáncer cervicouterino, la mortalidad está determinada por la pobreza, la falta de escolaridad, el desempleo, el lugar de residencia y la falta de acceso efectivo a los servicios de salud.